martes, 30 de enero de 2007

Botas, Zapatos y Calcetines...

Oscar Landerretche
EL Diario Financiero 26/1/2007
Los únicos que nos pueden contar la verdad, los que nos podrían revelar los secretos íntimos detrás de la rebaja de tasas son los consejeros y gerentes del Banco Central…Se ha debatido entusiastamente sobre a rebaja en la tasa de política monetaria. Un grupo significativo de economistas se han manifestado perplejos y han cuestionado la sabiduría de esta decisión, argumentando que no habría variaciones en los indicadores que justificarían el cambio. La sorpresa de los analistas es tremenda. Algunos piensan que el Banco Central ha cedido frente a presiones políticas, otros que el banco está transitando hacia un régimen de tasas más volátil en que se va a intentar hacer sintonía fina de inflación, otros que el Banco Central está reconociendo que su ritmo de alza de tasas de 2006 fue demasiado acelerado, otros que el Banco está reconociendo la caída estructural en el crecimiento… etc.Sin duda que los únicos que nos pueden contar la verdad, los que nos podrían revelar los secretos íntimos detrás de la rebaja de tasas son los consejeros y gerentes del banco… ¡Ah! Y el ministro de Hacienda que se sienta en las sesiones del consejo, mudo, pero con el frío gatillo del veto durmiendo en el bolsillo de sus pantalones. No tenemos modo de saberlo, solamente podemos especular.Hay un par de documentos, sin embargo, que pueden ayudarnos a entender lo que ocurre en el cerebro del banco, y que, a mi juicio, no se han reporteado ni analizado suficientemente.El primero es un paper de José De Gregorio publicado como Documento de Trabajo por allá en la prehistórica fecha de mayo de 2006, en plena luna de miel y euforia de expectativas. El paper fue escrito para enfrentar las iniciativas de algunos senadores por incluir el tipo de cambio, el empleo y el crecimiento entre los objetivos del banco. Se llama “Metas de Inflación y el Objetivo de Pleno Empleo” y recomiendo entusiastamente su lectura. El argumento del Pepo es que el banco ya tiene, implícitamente, otros objetivos diferentes a la inflación, y que la prueba de ello es que la meta de inflación es un rango y que tiene un plazo. Si al banco solamente le importara la inflación, la meta sería un punto (3%) y sería instantánea (todos los meses). El hecho de que el banco esté dispuesto a tolerar un rango refleja un reconocimiento de que si se tratara de lograr 3% cada mes, los costos en términos de volatilidad del producto, del tipo de cambio y del empleo, serían simplemente inaceptables. Siguiendo el argumento del Pepo, el ancho de la banda y su horizonte de cumplimiento son indicadores de cuanto le importan al Banco otras variables diferentes a la inflación.El segundo documento fue publicado durante este enero de 2007, se llama “La Política Monetaria del Banco Central de Chile en el Marco de Metas de inflación” y se supone que es el nuevo documento doctrinario que reemplaza uno que fue editado en 2000. De este documento se destacó en la prensa que el Banco Central cambiaba su meta del 2%-4% a cumplirse en un horizonte de 1 a 2 años, por un objetivo consistente en estar “la mayor parte del tiempo” en torno a 3%, con un rango de tolerancia de 1% a un plazo de 2 años. O sea, que está dispuesto a tolerar “la menor parte del tiempo” que la inflación se salga de la banda siempre que las expectativas a dos años estén ancladas en 3%. Mirado así no más, parece un cambio insignificante y leguleyo, pero si se toma en conjunto con el paper del Pepo, me parece que indica algo más.El Banco Central – con su modo lleno de fintas y gambetas – está, de facto, ampliando el ancho de la banda en el corto plazo y alargando el plazo para cumplir la meta. El banco está estableciendo doctrinariamente una menor disposición a hacer sintonía fina de inflación y una mayor tolerancia hacia la volatilidad inflacionaria. Más aún, siguiendo la lógica de De Gregorio, el banco intentó comunicar al mercado que ha aumentado la ponderación de esos otros objetivos implícitos en su función de pérdida.Luego, un par de semanas después, rebajó la tasa en 25 puntos base. ¡Más claro echarle agua!A mi juicio, este cambio sutil (elegante incluso) del Banco Central se enmarca en la mejor tradición de los macroeconomistas chilenos. Una tradición que es políticamente transversal, lleva 25 años de predominio, y es profundamente heterodoxa. En que se reconoce que las políticas óptimas cambian cuando cambia el entorno. Una tradición en que no se considera necesario morir con las botas puestas y en que se reconoce que cada cierto tiempo es bueno cambiarse los zapatos y calcetines.

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